sábado, 19 de mayo de 2012

Crónicas de aventura. Página 10.

Lo que el Ojo no Ve. Parte 6

Enormes y sedosas telarañas cubrían toda la estancia. Furio, el guerrero, usó una antorcha para abrirse camino. La salida les llevó hasta una oscura gruta donde descansaba un viejo anden de maderas podridas y junto a éste, unas pequeñas vías se adentraban hacia la oscuridad más profunda del interior de la mina. Un par de vagonetas descansaban sobre las vías con el freno echado. El resplandor de las llamas de las antorchas les hizo descubrir en lo alto de la gruta varios pares de ojos, de lo que sin duda eran arañas, muy grandes, y con total seguridad, venenosas.

Decidieron montarse en una de las vagonetas, Auryn fue la primera en saltar al interior, seguida de Furio, el mago Purpurio, acompañado del zorro Swift se disponía a subir cuando sintió un dolor punzante en la yugular. Tenía en su espalda una enorme araña que le mordía el cuello, rápidamente Furio y Auryun atacaron a la araña y consiguieron acabar con ella. El mago sentía como el veneno circulaba lentamente por sus venas, como si su sangre se hubiera espesado. Varias arañas se acercaban, así que subieron al mago a la vagoneta y quitaron el freno. La situación era crítica, Purpurio estaba cada vez más blanco, el veneno no tardaría en acabar con él. Sacó la varita que tantas y tantas veces les había sanado, pronunció las palabras mágicas y clavó la punta sobre la herida. Durante un momento, la varita brillo con un color blanquecino, hasta pasar al negro más absoluto. Purpurio consiguió recuperarse, pero la varita había gastado todo su poder.

Las vías estaban construidas sobre una plataforma de madera y vigas, las ruedas chirriaban constantemente mientras la vagoneta se deslizaba traqueteando a toda velocidad por la plataforma, que temblaba peligrosamente a su paso. La caverna se ensanchó a su alrededor convirtiéndose en una enorme sima vacía. De pronto, algo rozó sus rostros: seda... de tela de araña.

Una araña aterrizó sobre la parte delantera de la vagoneta, pero antes de que pudiera siquiera sujetarse, la Elfa le propinó una patada enviándola al vacío. Le siguió otra araña, esta vez por un lateral, fue Furio quien con el pomo de su espada consiguió deshacerse de ella. La vagoneta cada vez iba a más velocidad, y a su vez, chirriaba con más fuerza, otras dos arañas aterrizaron en la vagoneta, una de ellas consiguió asirse con fuerza y lanzar un mordisco sobre Furio, pero el guerrero consiguió poner su espada delante la enorme boca de la araña de la cual goteaba el peligroso veneno, y acto seguido, le propinó un buen tajo, Auryun, ayudaba por Purpurio, hicieron lo propio con la otra araña.

La vagoneta fue disminuyendo la velocidad a medida que se acercaba al final de la vía en un viejo anden. El lugar parecía peligroso, una puerta daba acceso a una pequeña sala con varios bancos y una talla de madera de alguna deidad que el tiempo la había hecho irreconocible. Entre unos cristales rotos encontraron un par de viales intactos, sellados con cera, parecían pócimas curativas, que no dudaron en guardar. Tras otra gran puerta, accedieron a un pasillo, al final de este, una estatua de granito blanco, que representaba una doncella guerrera con un hermoso casco y una espada larga les cerraba el camino. Tras ella, pudieron encontrar una puerta secreta. Por fin consiguieron llegar hasta su destino. La cúpula era un pozo octogonal de 20 metros de radio con paredes de alabastro grabadas con símbolos sagrados. El suelo de la sala era una plataforma de piedra con forma de cruz y construida sobre el vacío, sin vallas o protecciones, un peligroso vacío que se perdía en las oscuras profundidades de la montaña. En uno de los extremos de la cúpula, pudieron ver una plataforma grabada con un pentáculo estrellado del que emanaba una luz plateada, y donde ardía en un pebetero de piedra, envuelto por una llama azulada, un ojo de metal azulado-negruzco.

Apenas pudieron observar el lugar, pues desde otro de los extremos, donde la plataforma que se elevaba sobre el abismo era más ancha, se abrió una puerta de granito oscuro. Varios goblins entraron a toda prisa seguidos de un elfo alto y fibroso, con una larga melena oscura y cubierto con una máscara. Junto a él, un hombre encorvado, vestido con ropas exóticas y con un turbante ya desenvainaba su cimitarra. Ante una orden del elfo, los goblins se lanzaron al ataque, seguidos por el visirtaní, Furio apartó con una mano a uno de los goblin preparándose para recibir al guerrero con turbante. Purpurio usó su bastón para golpear a otro goblin y lanzarlo al vacio con un grito de terror ante la caída. Auryn se percató del peligro que suponía el oponente de su propia raza, sabedora de los peligrosos hechizos que podría ejecutar, se apresuro a ejecutar ella un conjuro con la esperanza de ser más rápida que el elfo, y así fue, desde los dedos de Auryn surgió un proyectil luminoso que impactó en el elfo, quien perdió la concentración necesaria para ejecutar su hechizo. Furio, consiguió acertarle con su espada al visirtaní provocándole una importante herida en un costado, Purpurio, aún cansado por los efectos del veneno, luchaba como podía con su bastón intentando detener el ataque de los goblins, Furio se lanzó contra su objetivo atravesándole el estomago con una excelente estocada, para, acto seguido, ir a por el elfo, pero Auryn gritó con fuerza:

- ¡¡ Que nadie se acerque al Elfo !!

Su voz debió sonar como una orden mágica, porque Furio se detuvo en seco, no sin antes aprovechar para golpear a uno de los pocos goblins que quedaban en pie mientras observaba como el elfo movía las manos preparando un nuevo hechizo. Auryn había sacado un pergamino de su cinturón y lo leía tan rápido como podía, y tan lentamente como debía. Todos se asustaron cuando de pronto, pudieron ver como aparecieron varias imágenes idénticas del Elfo, pero el susto duró poco, Auryn terminó de leer el pergamino, una pequeña esfera de fuego salió disparada hacia el Elfo, cuando llegó a su altura, la pequeña esfera se convirtió en una enorme bola de fuego que le quemo gran parte del pelo y las ropas. El elfo estaba de rodillas en el suelo tratándo de incorporarse cuando através de la humareda que había causado el fuego, apareció la espada de Furio. Con el terrible impacto, el Elfo cayó hacia el vacío. Los ojos se le tornaron de un color rojizo, Furio estuvo tentando de lanzarse al vacío para rematar al Elfo, pero estaba seguro de que el tajo había sido mortal.

Decidieron dejar el ojo en el lugar en el que había permanecido durante años, así que volvieron por donde habían venido. Esta vez, taparon la vagoneta con varios tablones para evitar los ataques de las arañas.

Cuando salieron de la mina, se encontraron con un regimiento que la reina había enviado, guiados por Falkgard, burgomaestre de Castamir, quien agradeció al grupo su enorme ayuda. Furio les sugirió que pusieran una guardia permanente en la entrada de la mina para evitar que nadie se llevase el ojo. Por el momento, así lo harían, pero deberían decidir que hacer con el ojo, si lo habían encontrado una vez, podrían volverlo a encontrar.

2 comentarios:

  1. Buenas,
    Perdón por el off-topic, pero te anuncio que has ganado un premio :)
    ¡Un premio Liebster! No es un Origins, pero a mí me ha hecho ilusión :)
    http://clanlobogris.blogspot.com.es/2012/05/premios-liebster-blog.html

    Un saludo.-

    ResponderEliminar