lunes, 20 de febrero de 2012

Crónicas de Aventura. Página 4.

Asuntos Pendientes. Parte 2

Un hormigueo recorría la espalda de Auryn. El corazón le palpitaba a gran velocidad, la curiosidad, aquello por lo que decidió ingresar en la Orden del Libro, le pedía a gritos que no dejase escapar la ocasión. Purpurio no veía ninguna razón para entrar en el oscuro pasadizo, sin embargo Auryn estaba decidida. ¿Qué escondía esa extraña puerta?, ¿tesoros?, ¿conocimientos?.

El pasadizo terminaba en una losa que daba acceso a otro pasillo. Estaba atrancada con los restos de lo que parecía un goblin que tenía un gran virote clavado en la zona del pecho. Purpurio cada vez estaba más convencido de que no debían avanzar, el lugar rezumaba el fuerte olor a trampas, y Auryn por supuesto, siguió adelante. El pasillo torcía a la izquierda, pero justo en frente, en una abertura descansaba una ballesta de gran tamaño descargada. Llegaron hasta una puerta de madera, buscaron alguna trampa, no hallaron nada.

Entraron en una sala cuadrada, 3 cilindros de bronce de gran tamaño que llegaban desde el suelo hasta el techo se situaban en el centro de la estancia, cada uno con una puerta. Nada más entrar, la puerta se cerró de golpe, al momento empezaron a sentir que les costaba respirar, la elfa no dudo en tirar abajo la puerta por la que entraron, dejando entrar aire nuevo.


Cada puerta tenía un pomo del que se podía tirar, además, encima de cada pomo, grabado sobre el bronce, había un par de letras. En la puerta de la derecha, "R-M" , sobre la puerta central, "O-U" y en la izquierda, "D-E". Purpurio sospechaba que las puertas podrían contener algún dispositivo de protección, tras examinar la puerta de la izquierda, descubrió cuatro pequeñísimos orificios. Se situó a un lado de la puerta y tiró del pomo. Cuatro virotes salieron disparados de los orificios impactando en en la pared de enfrente.
Examinaron después la puerta del centro, tras 10 minutos no encontraron nada extraño. Algo llamó la atención de Auryn en el suelo frente a la puerta derecha. Unas marcas dibujaban un cuadrado, una losa que seguro, se abriría... Tiraron del pomo de la izquierda con mucha precaución, la losa frente a la puerta se abrió de golpe.

Habían conseguido sortear las trampas con éxito, pero la puerta central... la tensión se mascaba en el ambiente, casi cerrando los ojos para no ver lo que pudiera suceder, abrieron la puerta central esperando que alguna trampa se activase. Pero la puerta se abrió como cualquier otra puerta normal. Daba acceso al interior del cilindro, unas escaleras de mano descendían hacia la oscuridad. Purpurio asomó una antorcha, las escaleras bajaban apenas unos metros. Una vez más, la elfa fue la primera en bajar. Encontraron una sala llena de polvo, frente a ellos, se alzaba la estatua de bronce de dos metros y medio de alto, reprensentando a un niño alado con dos serpientes enroscadas a su cuerpo sosteniendo una varita en una mano, y la otra llena de monedas. La estatua parecía firmemente unida a la pared.
Tras examinarla de cerca, Auryn pudo observar que la varita parecía ser un mecanismo, pudiéndola mover a izquierda o derecha. La elfa tiró de la varita de cobre hacia la derecha, y la estatua comenzó a soltar un gas asfixiante. La sala se lleno del tóxico gas en un momento. Purpurio no dejaba de toser, aún estaba cerca de la escalera de mano, por lo que subió tan rápido como pudo, Auryn volvió a mover la varita, esta vez hacia el lado izquierdo. La estatua se movió, dejando al descubierto un largo pasillo. La elfa entró por el pasillo, intentando respirar algo de aire sin contaminar. En medio del pasillo encontró una puerta de madera semiabierta, tras ella se encontró con un almacén lleno de cestos, cajas y barriles con alimentos pasados, podridos y vinos picados por el tiempo. Volvió a salir al pasillo. El gas salía lentamente de la habitación, pero no llegaba a inundar el pasillo. Tardaría bastante en desaparecer.
Siguió por el pasillo. Sí sentía temor por arriesgar su vida en un laberinto lleno de trampas, no lo demostraba. Al final del pasillo pudo ver una curiosa puerta de hierro con 3 rayos grabados. Cuando se acercó, la puerta se iluminó con una brillante luz azulada. Auryn quiso abrirla, pero nada más tocarla, se llevó una fuerte descarga que casi le deja sin dedos.

Purpurio esperaba en la sala de arriba. Auryn tardaba demasiado, ¿y si la elfa había caído por el gas? Buscó entre su mochila, cogió algo de ropa, y se tapó nariz y boca como buenamente pudo. Bajó por las escaleras, y pasó junto a la estatua de bronce por el pasillo. Cuando se vio a salvo del gas, pudo volver a respirar. Encontró a la elfa frente a la puerta de los rayos. Lanzaron cajas, y todo lo que pudieron encontrar, pero siempre con el mismo efecto, cuando algo tocaba la puerta, un fuerte rayo lo chamuscaba.

Esta vez, Purpurio pudo convencer a Auryn, y se fueron por donde habían venido. La puerta de la caverna del troll seguía abierta, y no pudieron recuperar la gema que habían introducido para abrirla. Al salir, el hombre-largarto que les había servido de guía les esperaba paciente.
Volvieron al poblado de los hombres lagarto, el guía contó que habían acabado con el troll, y el gran jefe liberó a los dos templarios de Velex. Auryn preguntó al chaman si poseía algún brebaje contra la picadura de las serpientes y consiguió uno a cambio de un espejo.

Los dos templarios se encontraba excesivamente mal. Sin duda, habían contraído alguna enfermedad en el pantano. Apenas conseguían caminar. Así que decidieron volver hasta Pasoraudo. Allí, pidieron a la guardia del Ejército del Este que acompañasen a los templarios hasta Robleda. Ensillaron los caballos, y uno de los soldados partió en plena noche con los enfermos. En el vado, una pequeña posada sirvió a los dos aventureros de refugio para pasar la noche. A la mañana siguiente, examinaron la varita que habían encontrado en el cadáver del mago. Gracias a un hechizo, pudieron identificar las runas de la varita: "Arkium".
Purpurio salió fuera de la posada, apuntó la varita contra un árbol y pronunció la palabra lentamente -Arkium- Un hilo de energía blanca salió disparada hacia el árbol. Pudieron ver, como una ramita que tenía rota, se formó de nuevo restaurándose por completo.
-¡Vaya!, ¡Esta varita puede curar! - Dijo Purpurio. -Pues menos mal que no lo has probado con algún enemigo... - Replicó Auryn.

Volvieron al pantano una vez más. Se conocían al dedillo el camino hasta la torre, así que no tardaron demasiado en llegar. Entraron con cautela librándose de dos esqueletos en el pasillo. Descendieron por las escaleras resbaladizas, aún colgaba la cuerda que días antes habían utilizado. Avanzaron hasta la puerta secreta que Ordag el enano descubrió. Llegaron hasta el pozo por el que su compañero había caído, sólo quedaban los huesos para recordar a tan buen guerrero. Caminaron despacio, intentando hacer el menor ruido posible. Se asomaron por el recodo que daba a la puerta con dibujos que desgraciadamente abrieron. Tras ella, la elfa gracias a su infravisión, pudo ver al peligroso ser sentado en su trono. Sin dudarlo, se lanzaron a cerrar la puerta, primero lo intentó la elfa, pero la puerta pesaba más de lo que recordaba, así que seguido, el mago fue en su ayuda, y consiguieron cerrar la puerta. Ahora solo quedaba esperar que la puerta que había mantenido encerrado a ese ser, siguiera haciéndolo...

No hay comentarios:

Publicar un comentario