sábado, 18 de febrero de 2012

Crónicas de Aventura. Página 3.

Asuntos Pendientes. Parte 1

Rainus hizo llamar a Purpurio y Auryn. Parecía muy disgustado. Solamente habían pasado dos días desde que volvieran de la Torre de la Cienaga.
Fue muy claro:
-"Morden y Frey recibirán su castigo por lo ocurrido con Furio. Y vosotros deberéis responsabilizaros por no informarme. Pero por el momento, id a la tienda de cuero de Gorm, comprad unas buenas botas, quitaos esos harapos, y vestíos para una ocasión especial. En una hora os espero en el jardín."

El mago y la elfa no dudaron en hacer lo que Rainus les había pedido. Compraron las mejores botas que Gorm fabricaba. Después, acudieron a la tienda más cara de todo Robleda. Purpurio compró unos bonitos pantalones de tela visirtaní, así como una cara camisa de seda verde. Auryn también optó por una camisa de seda, y una falda de curiosos colores.

Antes de volver, Purpurio quiso pasar a comprarse un perfume. No escatimó en el precio, comprándose el mejor perfume que podía encontrarse, traído de tierras lejanas. A su vuelta al enclave, Rainus les esperaba con semblante serio. Salieron a las calles estrechas y empedradas de la ciudad. Descubrieron su destino cuando llegaron al edificio donde se reunía el consejo de la ciudad. La entrada estaba atestada por sacerdotes y clérigos, la mayoría de la orden de Velex, pero también estaban los adoradores de Valion y legis entre otros.

En el interior, los asientos de la Brújula del consejo (como se llamaban a los asientos de los consejeros dada su disposición) estaban ya ocupados. Domo Damodar (Consejero Mayor) abrió la sesión dando los motivos de la convocatoria.
Al este de Pasoraudo, entre Sendaelfo y el Gran Pantano, se habían visto esqueletos. Habían llegado noticias de que varios miembros de la orden del libro, habían estado por allí. Durante la reunión del consejo, Hextadomarius (clérigo supremo de velex en Robleda) acusó de nigromancia a la orden del libro. Rainus defendió a los suyos mientras contó lo sucedido con Cartaramûn, para finalmente, pedir al consejo un par de días para resolver el asunto. El consejo decidió aceptar la petición, así como la de Hextadomarius que pedió que dos de sus hombres acompañaran a los miembros de la orden del libro.
Volvieron al enclave para prepararse. Sanserus les entregó un pergamino con un conjuro de bola de fuego, por si la cosa se ponía fea.

Auryn, Purpurio y los dos templarios de velex, quienes no se dignaron a dar sus nombres, salieron a caballo de Robleda en dirección a Pasoraudo. Allí dejaron los caballos en una caballeriza y siguieron a pie.

-INCISO DEL RELATO-
En este momento, el jugador que lleva a Purpurio dice: -¡En 20 años que llevo jugando a esto, es la primera vez que voy a un Dungeon con perfume!. Cerramos el inciso.


Llevaban cerca de una hora en el Gran Pantano, cuando de entre los manglares surgió una figura que corría por los charcos de agua, una figura humanoide de piel verdosa y escamosa, un hombre-lagarto. Los dos templarios se miraron y al momento alzaron a voz:
-¡Por Velex!
Desenvainaron sus espadas, y sin mirar atrás, fueron tras la criatura. Purpurio estaba desconcertado, Auryn miraba atónita sin saber como reaccionar.
Tras varios largos segundos, decidieron ir tras los templarios. Apenas dieron varios pasos tras ellos, Purpurio vio que algo no iba bien:
-¡Es una emboscada !- Gritó, pero ya era tarde, los dos templarios se hundían en el barro del cenagal, el peso de sus brillantes armaduras les hacía imposible salir. Entonces aparecieron otros tantos hombres serpiente. Corrían a gran velocidad por encima del agua golpeándola sin hundirse. Llevaban cuerdas en sus manos, y al momento comenzaron a enredar con ellas a los templarios. Purpurio y Auryn comenzaron a recitar unas palabras. Ambos lanzaron unos proyectiles mágicos a uno de los hombres lagarto, uno callo herido al agua, otro fue tras el mago y la Elfa. Fue Purpurio el primero en echarse a correr hasta ponerse a salvo.

Tras mucho meditar, decidieron volver e intentar conversar con los hombres lagarto, pero los hombres lagarto habían desaparecido, no había ni rastro de los templarios. Intentaron rastrear a los hombres lagarto, pero no consiguieron obtener ningún pista de la dirección que habían tomado. Purpurio empezó a dar voces en pleno pantano:
-¡¡¡Queremos hablar con vosotros!!!
No obtuvo respuesta la primera vez, pero poco después, escuchó una débil vocecilla femenina:
-¿Quieres hablar con nosotras?
Aparecieron unas pequeñas hadas quienes tras ponerle orejas de burro a Purpurio, y una larga barba a Auryn, les indicaron donde vivían los hombres lagarto que buscaban.
Tomaron dirección noreste, tras un día entero de viaje, dieron con una hedionda aldea de chozas habitada por los hombres lagarto que buscaban. Pudieron ver a los templarios colgados boca abajo de un árbol.
Consiguieron hablar con el gran jefe de la tribu, el chamán conocía el idioma común, y sirvió de intérprete. Si querían recuperar a sus compañeros, deberían ayudarles en un problema. Una bestia bastante grande había atacado ha varios de sus guerreros, días atrás fueron en su búsqueda, y tras creerle muerto, y cortarle varios brazos, volvió a resurgir. Purpurio identificó al ser como un troll.
No tenían alternativa. Pasaron la noche en una choza, apenas pudieron dormir dado el desagradable olor. A la mañana siguiente, un guía de la tribu les llevó hasta la cueva, cerca del Bosque Negro. Gracias a unos polvos que encontraron en la torre de la ciénaga, pudieron acabar con el troll. Encendieron una hoguera y quemaron su cuerpo para que no regenerase.
En el interior de la cueva encontraron el cuerpo muerto de un mago junto a sus pertenencias, y una extraña puerta con un orificio en forma de triángulo. Revisaron las pertenencias del mago, una varita acabada en un zafiro con unas runas grabadas, su libro de conjuros, un pergamino, y una extraña gema con forma triangular que Auryn introdujo sobre el orificio de la puerta. Algo se iluminó en el interior de la gema, con un fuerte ruido, la roca se deslizó dejando un oscuro pasadizo al descubierto. Continúa en la parte 2.

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